cultivando

Saturday, February 24, 2007

Rosas amarillas


Darío deja los libros contables, y se dirige a casa con ansias de llegar. Marcela y él cumplen un año de casados. Ella pone la mesa y prepara la cena; obviamente con los platillos favoritos de Darío, acompañados de vino tinto. El contador, después de tanto pensar, tiene la brillante idea de ir a la florería. Busca algo que le llene el ojo y encuentra un ramo de las flores más originales que ha visto en mucho tiempo.
Poco tiempo después, Marcela recibe a su esposo con un beso mientras él esconde la compra detrás de su espalda.
-¿Qué traes ahí, amor?
-Tu regalo de aniversario-responde divertido Darío- Cierra los ojos.
Entonces toma una de las flores y, con ella, acaricia la mejilla de Marcela. Baja con la rosa hasta el cuello, y de ahí a la linea del escote; haciéndola estremecer.
-Creo que sé lo que trajiste-dice Marcela, con aires de triunfo. Abre los ojos esperando encontrar un ramo de sus flores favoritas -margaritas-; pero cual es su sorpresa al ver un grupo de rosas amarillas.
No alcanza a sonreir completamente. Darío ni siquiera lo nota.
-¡Qué bueno que te gustaron amor!- Marcela logra una sonrisa "Kodak", de esas que parecen perfectas pero estan frías, huecas-ya vamos a cenar, ¿no?
Y es que Marcela tiene un problema con las flores amarillas en general. Años atrás, Daniel-su rencoroso exnovio-al cortar con ella le regaló un gran ramo de éstas con una tarjeta que decía: "El engaño es mejor recibido al entregar un ramo de rosas amarillas, junto con el desprecio que les corresponde a cada una de ellas".
Durante toda la cena, Darío platica animadamente. De rato en rato deja salir algún comentario para seducirla; ella, molesta, trata de sonreir y corresponder cada cortejo de su novio.
-¿Por qué no nos saltamos el postre?- dijo Darío acercandose a ella, hablandole al oido- Pensó en recurrir al siempre infalible "es que me duele la cabeza", o "de seguro la langosta me cayó mal". Pero mientras pensaba todo esto, Darío había quitado el sostén de Marcela sin esfuerzo, fruto de tantos años práctica con ella y con todas las demás.
Minutos después, Darío se esmera en hacerle el amor. Cualquier manera de describir lo que hacen está escrito en todos los poemas sobre el tema. La pasión, el deseo, etc. etc.
El hecho es que todos estos sentimientos son unilaterales. Darío se siente el amante perfecto, pero Marcela está años luz del lugar.
Ella se pregunta que le ha hecho a Darío para provocar los sentimientos ímplicitos en un ramo de rosas amarillas. En su mente, todos los hombres del mundo regalaban flores amarillas en el momento del odio extremo; y contrastaba en gran manera con todo el esfuerzo que él estaba poniendo en complacerla ( el beso en el cuello que tanto le gustaba, la caricia en su espalda...)
Pero Darío no podría tener ningún sentimiento negativo hacia ella. En todo el tiempo que llevan juntos el hombre ha sido extremadamente bueno con ella. Darío se preocupa siempre de todo lo que necesitaba, salvo en esa ocasión cuando la dejó empapándose en una lluvia implacable del mes de febrero.
Ahora, el arreglo floral es hermoso. Las rosas están acompañadas de varias flores más que le dan una forma por demás agradable. La combinación de las hojas verdes y los pétalos amarillos es demasiado bella para Marcela. Mientras se aman, ambos cambian de posición de tal manera que Marcela puede ver el arreglo y olvidar ,de cierta manera, toda la carga emotiva que le ha dado al ramo.
Un jadeo de placer la hace regresar a la realidad. Darío, con la cara de orgullo y placer en el rostro, besa a su esposa con ternura. Marcela no puede dar crédito.
-Nunca olvidaré está noche-susurró Darío, con el afán de compartir todo la "pasión" que Marcela le había "brindado". Ella, cansada sin saber por qué, decide que, mañana a primera hora el vaso con las rosas amarillas se romperá así como su relación con Darío.